lunes, 5 de junio de 2017

Nueva cabecera en el blog. Proceso de creación

Aprovechando estos días, en los que ando enfrascado con "El taparrabos de Espartaco", una aventura de Agentes de la historieta basada en la resolución del proyecto que mis alumnos de 2ESO tenían en la Segunda Evaluación, he decidido cambiar un poco la cabecera del blog.

El caso es que esta mañana, sin comerlo ni beberlo, me he marcado un bocetillo que me ha parecido resultón. Eran las ocho y media, estaba en la sala de profesores con un buen montón de esquemas Visual Thinking que corregir y cuando me he querido dar cuenta ya había emborronado la libreta con un par de rotuladores Kuretake punta de pincel Hikkei Fine, un lápiz Prismacolor Col-Erase Blue y un Copic gris.


El siguiente paso era limpiar el dibujo. Hasta hace poco, lo que hacía era scannearlo con un Brother A3 que se me ha quedado un poco desfasado, pero actualmente prefiero fotografiarlo todo con el Ipad y subirlo a la nube de PS, programa con el que realizo las tintas que podéis ver aquí abajo.

También reconozco que me ha costado mucho encontrar un conjunto de pinceles con el que me sintiera contento. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a Anthony Holden por sus tiras cómicas (de hecho, creo que merece la pena apoyarlo en Patreon) y por poner a mi disposición todo un repertorio de plumillas con las que disfruto mogollón.

Finalmente pasamos al tema del color. Reconozco también que a lo largo de los años he trasteado mucho con herramientas, efectos y filtros varios. Sin embargo, quizás porque Sergio Meliá  me recomendó simplificar el trazo y -de paso- leer más cómics francobelgas clásicos, he llegado a la conclusión de que a mis dibujetes las va bien un color plano, muy en plan línea clara, aunque la línea tire para otros derroteros.

Actualmente estoy disfrutando mucho con los integrales de Gastón el Gafe, la Hilda de Luke Pearson, los Astérix de Uderzo y el maravilloso (e imposible de mimetizar) estilazo de gente como Walt Kelly, Bill Watterson o Richard Thompson... aunque también reconozco algo de Sergio Aragonés y de Rumiko Takahashi. Curioso cocktail, como podéis imaginar. Y sólo estoy hablando a nivel de dibujo, de trazo, no de guión.

¿Suena pretencioso mencionar influencias? Nada más lejos de mi intención. A estas alturas de la historia, todos somos un poco pastiche, todos mezclamos pellizquitos de por aquí y por allá. Lo bonito es combinarlos de una forma nueva y divertida. Es lo que pretendo hacer con Masquemascotas, con las tiras sobre educación que dibujo por aquí y con Agentes de la historieta.

Porque como bien apuntaba mi compañero y amigo Manu Huertas, un gran problema de los que nos dedicamos a dibujar cosas a tiempo parcial es precisamente esto: la falta de tiempo. Esa necesidad por terminar las tramas, por contar historias en cualquier trocito del día, hace que haya variado mi estilo. Imagino que seguirá evolucionando lentamente, sin que apenas me de cuenta.

Me gusta pensar que en todo esto soy una especie de pionero, es decir: llevo mucho tiempo peleándome por que alguien se interese en el cómic juvenil y la propuesta que ofrecen mis historietas. Pues bien, ahora me doy cuenta de que durante años y años he estado llamando a las puertas equivocadas (las de las editoriales comiqueras). Actualmente soy el único profesor de sociales que utiliza las tiras cómicas para explicar su asignatura a los chavales. Al menos, que yo conozca.

Ellos, mis alumnos, son futuros lectores de cómics. Y me siento orgulloso de pensar que con mis performances en la pizarra, con mis chistecillos y mis esquemas visuales, he contribuido a que se interesen por las viñetas.

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